TESTIMONIO DE MEDJUGORJE

 

Málaga, 6 de Julio de 2016

Mi nombre es Juan Ignacio Ojeda Cerviño. Mi profesión, médico oftalmólogo, que ejercité  por más de 35 años en la ciudad de Málaga. Por entonces católico, pero no muy practicante Y en la actualidad, católico practicante y jubilado profesionalmente.

Fue por la primavera del 2008, cuando me comentaron de un viaje-peregrinación a Bosnia y Hercegobina. Muy cómodo, ya que salía de mi ciudad en vuelo directo a Split. Con destino final el pueblo de Medjugorje, donde tenían lugar apariciones marianas.

La angustia espiritual que arrastraba por años de crisis, la curiosidad. Incluso el precio del viaje. Me empujaron a que me incorporase a la peregrinación. Aunque solo conocía a dos personas de las 40 que la componíamos. Y sin saber aún porqué, me vi volando hacia Croacia, en la primera peregrinación de mi vida.

Tras un penoso trasporte en autobús por carretera, en que los peregrinos no paraban  de rezar rosario tras rosario. Y que me provocó la sensación de ser un extraño en el grupo. Por fin llegamos al pueblo de las apariciones. Me pareció pequeño, con una Iglesia desproporcionada, para lo que yo creía su población de feligreses. Y con poca iluminación en las casas. La residencia donde nos alojaron, tenía amplio jardín, estaba limpia y cerca de la Iglesia. Cansado del viaje, me quedé dormido pensando en posibles excursiones a Dubrocnik, Moztar, ó a los terrenos donde tuvo lugar la famosa batalla del rio Neretva.

Los primeros días en Medjugoje, me desconcertaron. El ver tanta gente asistiendo a misa, o rezando el rosario. Me hizo valorar negativamente al principio, la gran religiosidad que me rodeaba. Incluso traté de justificarla, por la guerra que habían tenido, que mezclaba razas y religiones. Y que podían ser causa de esa exaltación de un catolicismo radical. Algo así como lo que pasó en España tras la guerra civil.

Tratando de participar en la peregrinación, subí por primera vez  al Podrbo. Lo hice independiente, al margen del grupo de peregrinos que lo ascendían rezando el Via Crucis. Y cuando llegué a la imagen de la Virgen. Que señala el lugar de las apariciones. Me encontré con una anciana y un peregrino ciego, que rezaban junto a la Gospa.

Me quedé desconcertado, de que personas con limitadas capacidades físicas, hubieran llegado hasta allí. La única justificación que encontré, era que tenían una fe tan profunda, que les había hecho superar las dificultades del camino.  Motivado por la situación, yo también me puse a rezarle a la imagen de la Virgen. Aunque estaba distraído con el subir y bajar de cantidad de  peregrinos.

Pero si hubo algo que me impresionó más profundamente, fue en la adoración del Altísimo. Aquella noche, estaba la explanada detrás de la Iglesia, repleta de fieles. Con una sensación de paz que lo inundaba todo. Así como un silencio, solo interrumpido por las palabras en croata del sacerdote. Lo especial del momento, me dejó muy relajado, pero no dormido. Sorprendentemente me sentía espiritualmente cómodo. Y recordé la frase que tantas veces me repitieron en el colegio de HH Maristas: “Todo a Jesús  por María”. Por lo que decidí hacerle una promesa a través de la Virgen a Jesús. Y  le prometí por mi salvación, por la solución de los problemas materiales que me agobiaban y que creía sin solución. Rezar el rosario todos los días de mi vida

A mi regreso, traté de cumplir la promesa realizada. Aunque muchas noches me quedase dormido haciéndolo. Pero mi sensación cuando lo terminaba era de completa paz.

Y fue el 20 de Enero del 2009, festividad de San Sebastián, cuando  mis problemas empezaron a solucionarse. Por las Gracias recibidas, traté de mantener la promesa, al mismo tiempo que mis obligaciones como católico. Pero siempre con ganas de volver en otra peregrinación. Era como una necesidad.

Hubieron de pasar unos años para que la pudiera realizar. En esta ocasión de mi ciudad no salía ninguna y me vi obligado a buscarla por Intenet. Con mucha suerte, me pude acoplar, a una que salía de Madrid en pentecostés y en la que no conocía a nadie. Me dieron la única plaza que quedaba y porque otra persona había renunciado. La primera vez que vi a los peregrinos, fue en el aeropuerto en el momento del embarque. Era un grupo heterogéneo, que dirigía una señora de nombre Beatriz,  con un sacerdote, Don Juan. Pronto congenié con ambos y con unos extremeños que participaban en el viaje.

El grupo resultó ser extraordinario. Tanto su director espiritual, hombre de Dios, que sabía aplicar la respuesta correcta a cualquier peregrino,  dando la correspondiente cita bíblica. Como los demás participantes. En los que la gracia de Dios, les hacía traspirar bondad hasta en pequeños actos cotidianos.

En este segundo viaje a la Gospa le agradecí todos los bienes recibidos. Me reafirmé en la promesa de seguir rezando el rosario. Y le pedí ayuda para mis dos hijos que estaban en esas fechas en paro. Y la respuesta no se hizo esperar. A los quince días de mi regreso, mi hijo y mi hija, entraban a trabajar en la misma empresa y el mismo dia. En una ciudad en la que el paro juvenil, supera el 46%. Dichoso por las gracias recibidas, decidí peregrinar al año siguiente también por Pentecostés.

La Divina Providencia, me facilitó que el tercer viaje lo realizase con el mismo grupo y de nuevo fue una experiencia fantástica. Traté de participar en todos los actos. Y un dia, rezando el Via Crucis con el padre Juan y un pequeño grupo de seis personas. A las 6,40 horas de la tarde, pudimos ver en el sol, unos movimientos circulares en sentido contrario a las agujas del reloj,  del que salían unas sombras rojas y negras. Tratando como profesional de analizar la visión, empecé a cambiar de gafas, por unas de filtro solar. Pero la visión se mantenía. Y esto fue por unos 10 minutos. Después de los cuales, miré al césped y lo vi perfectamente. Sin ningún deslumbramiento.

Tratando de justificarme la visión y de negarme la evidencia, pensé incluso que la visión de los movimientos circulares del sol, podían tener un origen subjetivo, o  sugestivo, por estar rezando en dicho momento y el ambiente de religiosidad. Pero la ausencia de deslumbramiento, mirando al sol durante 10 minutos, y después al césped. Eso sí, me daba un  dato objetivo .En eso noté la maravilla del momento.

En este tercer viaje me di cuenta del milagro de Medjugurje. Es un lugar donde ocurren conversiones. Donde se siente la paz y gusta de rezar, en solitario o en comunidad. Que nos acerca a Jesús. Que nos hace rezar el rosario con fervor, con ganas.


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En cierta ocasión en mi ciudad un amigo me preguntó porque sentía repitiendo las peregrinaciones. Y se lo contesté con un símil en el que le decía: “Es como si estas en una barca atada a la ribera de un rio. Y te gusta soltar algo del cabo de amarre, para sentir como te  arrastra  la corriente. Y eso te agrada. Y cada vez sueltas más cabo y sientes más fuerte la corriente. Para mi Jesús es como el rio y yo soy la barca. Y le pido, que me dé valor para soltar  el amarre y dejarme llevar por su fuerza a un lago de paz.

Diagnosticado de cáncer de próstata (adenocarcinoma Gleason 8) y posteriormente intervenido. He realizado dos peregrinaciones más .Siempre he encontrado en ese lugar bendito, amor a Dios y veneración a su Santísima Madre. Gospa, como la llaman los lugareños. Y en mí, una fuerza espiritual que me hace aceptar la enfermedad, que desde la intervención quirúrgica no ha necesitado de otro tratamiento y que me ha hecho que acepte la Voluntad de Dios.

Málaga a 6 de Julio del 2016.

 

                                                                Fdo: Juan Ignacio Ojeda Cerviño