TESTIMONIOS 2005

 

26 de Diciembre

Yo suelo confesar cuando es necesario porque he pecado, pero en el encuentro que tuvimos le pedí al Señor que me liberara de toda carga de cuerpo, mente y espíritu porque nunca estamos totalmente limpios ante la mirada de Dios. Sentí que tenía que limpiarme con el fairy ultra. Así que durante el retiro me fue dando en conciencia algunos pecados que estaban ahí que yo no los concideraba como tal y no los había confesado correctamente. Me explico, yo creía que había perdonado a ciertas personas que me habían hecho daño en un momento dado de mi vida, pero ya me había confesado de ello y eso no era desde el corazón si no de boca. O sea que no los había perdonado. Así que el regalo en sí fue que, me hizo tomar conciencia de lo que era realmente el perdón y la importancia de perdonarlos de corazón. Por lo tanto al tener la caída del espíritu sentí una paz inmensa y un amor, un abrazo que no se puede describir. Al sentarme caí en la cuenta de que me había liberado de una carga y era consciente de que debía confesar pero cuando el P. Ivor dijo que los que habían tenido la caida del espíritu confesaran, pensé en confesarme desde que pudiera antes de la misa. El Señor me despertó al día siguiente y era una voz dulce que me decía: vete a confesarte antes de la misa. Así que me fuí a las 07:30 h al Santísimo com suelo hacer, para hacer mi examen de conciencia aunque ya se me había dado a lo largo del sábado. Oraba con el Señor y le pedía perdón. Cuando me tocó confesarme allí en la capilla donde estaba el Santísimo vi claramente cuan grande es la Misericordia de Dios y cómo EL a través de un ministro suyo escuchaba mis pecados y me perdonaba con ese inmenso Amor que sólo EL nos da. El mal es tan astuto que te hace no ver los pecados, es decir, el mal hoy día se está valiendo cada vez con más frecuencia en los hijos de dios que no tengan conciencia del pecado, pero cuando se invoca a Jesús Sacramentado y a nuestra Madre la Reina de la paz para que derramen su Amor en nuestras pobres almas acuden de inmediato porque ELLOS nunca nos fallan, somos nosotros los que por instantes nos alejamos de ELLOS pero cuando nos arrepentimos de corazón y nos confesamos como Dios manda, es tan grande SU MISERICORDIA y LAS GRACIAS QUE SE RECIBEN que es necesario desnudar el alma ante EL ya que SU mirada está constante las 24 horas y nosotros somos los que nos autoengañamos. Muchas veces por no ser conscientes de ellos al 100% como fue en mi caso pero si la gente se acercara más a confesar, sentirían la liberación más grande que puedas tener. Yo sentí como si me hubiesen quitado una loza de 10 kilos de arriba. Y lo más importante del sacramento de la reconciliación es que cuando Dios perdona olvida tus pecados y te libera totalmente. Así que tal como me dijó EL a través de su siervo que me estaba confesando olvida lo pasado porque el mal se vale de que te agarres de la culpabilidad para no avanzar y ya una vez perdonada hay que avanzar y cuando haga falta volver a confesar. DIOS Y SU MADRE SON AMOR y lo que desean que corramos hacia ellos como los niños a los brazos de sus padres. Así que cuando estemos necesitado de ello, nada mejor que confesarse pero con un sacerdote tal cual lo tiene instituido la Iglesia Católica. Espero que mi testimonio ayuden a todos aquellos que temen acercarse a confesar. No lo duden que es EL mismo que está presente al igual que en la Santa Eucaristía. Mi humilde consejo es que vayan al sagrario para hacer un buen examen de conciencia y le pidan a El la ayuda para confesar bien porque a veces con las prisas se nos queda algún pecado atrás o porque no somos plenamente conscientes de que realmente es un pecado. El en su humildad y mansedumbre siempre responde a cada uno de sus hijos que lo invocan y en su infinita Misericordia responde. No miremos que el sacerdote es un hombre si no que es el mismo Dios el que se hace presente en él y nos escucha, nos perdona y nos absuelve de los pecados para seguir avanzando hacia EL. Esto es la mejor manera de estar limpios para poderle servir dignamente intentando diariamente llenar un poco nuestras manos con el servicio que nos tenga EL destinado y es de suma importancia el que el alma esté limpia y se alimente diariamente con la comunión al igual que necesitamos lavarnos y alimentarnos. " La Eucaristía es la Luz que alumbra la lámpara del alma y la comunión es el dulce manjar que la nutre"

Irma Ariola Medina Cuevas